lunes, 13 de septiembre de 2010

Mal de una noche entres segmentos( tercera parte)


-- No sé por qué arremetes de esa manera contra una idea tan insignificante.

-- Mira Dánny, si algo nos enseñó Nolan en su última película fue la gran importancia de las ideas; que una, por minúscula que sea, puede llegar a cambiar por completo las cosas. Y esa ocurrencia tuya de “querer ser otro” te está carcomiendo el sentido común para después vomitar nada más que desprecio por ti mismo, así que no subestimes ideas que se muestran, aparentemente, como una pendejada.

-- No estoy de acuerdo; sencillamente no veo por qué añorar ser otro sea una chorrada. ¿Es que yo no tengo derecho de sentirme inconforme con lo que soy? Si lo hizo Borges, que era una inminencia, en aquella entrevista cuando dijo: “Estoy harto de Borges”, ahora, por qué no alguien tan ruin como yo puede hastiarse de la sórdida realidad de lo que es ¿Quién no desearía ser alguien más interesante, más apuesto, más rico, más saludable?; ¿Quién no ve en el prójimo cualidades que no ve en sí mismo y las envidia?;¿ Me culpas por algo que es el común denominador de todo bípedo con treinta y dos dientes, dos ojos, una nariz y un cerebro con dos hemisferios?... la verdad es que no me aguanto más, quisiera salir de este cuerpo ; estoy harto de mí, esa la verdad. Estoy cansado de lo que soy. De este Danny que olvida fechas y números importantes; de este que llora viendo La Tumba de las Luciérnagas y leyendo la vida de los mártires en el Conflicto de los Siglos; de este que los locos confunden en las calles con algún fantasma conocido; de este que sólo fuma Malboro y toma café negro cuando se aplasta a leer a Cortázar en el Opus 27 Bar; de este que teme a las alturas tanto como un vietnamita teme al Agent Orange; de este que nunca asiste a una fiesta porque no sabe bailar ni siquiera chachachá ; de este que hace todo los días el recorrido hasta la universidad en el mismo bus miserable, que es conducido, invariablemente, por el mismo chofer colorado y obeso; de este que tiene una guitarra pero que nunca le dio mejor uso que el de un mueble para el polvo; de este que se cree Edith Piaf en la ducha; de este iluso que compraba, mensualmente, la revista Mens Health con la firme creencia de que si seguía los concejos que allí daban sería el perfect gentleman con el que las mujeres sueñan ; De este que tuvo de mascota un gato, pero que se fue por el tejado una vez puedo saltar hasta allá; de este huérfano de madre; de este que vive en una casa donde el sonsonete diabólico de Diomédez acompaña la rutina diaria; de este que juega Zelda escuchando Cuatro Gatos y Mago de Oz. Estoy cansado de este Dánny que se queja por todo, hasta de su manía de estarse quejando; hasta el cuello estoy de este que quiere ser otro y no el que es…
La llave continuaba abierta y el agua descendía circularmente por el desagüe; mi imagen se proyectaba perfectamente en el espejo. Debo estar volviéndome loco, desde cuándo te pones ha hablar con tu imagen en el espejo. Deja la pendejada y ve más bien a escribir algo. Ya es hora. Subo las escaleras y me adentro en mi habitación con la firme intención de escribir. Enciendo la pantalla del computador; poso mis dedos en el teclado y comienzo a escribir: Reconozco que mi bote esta encallado en un desierto, que tuvo, hace millones de años, un basto mar con aguas cristalinas, donde el fondo se veía poco profundo y antiguos tesoros, resplandecían, entre las algas…



domingo, 12 de septiembre de 2010

Mal de una noche en tres segmentos( segunda parte)


Bajando las escaleras recuerdo a Harry (Deconstructing Harry), y no pude dejar de sentirme identificado con la zozobra que él experimentó al estar bloqueado y no poder escribir. Pobre Harry, pobre Dánny… Una vez, abajo, tomo un poco de agua helada y engullo unos cuantos duraznos. Antes de subir a mi ígnea ratonera me detengo frete al lavamanos y empapo mi pelambre; luego, me miro en el espejo como quien no quiere hacerlo, pero que igual, por mórbida curiosidad, lo hace. ¿Por qué cojones te miras a diario en el espejo? No digo que esto este mal. O… bueno, sí. Como lo haces tú, sí. Eso de estarse mirando todos lo días, no una ni dos, sino en todo momento, ya sea en un espejo o un simple vidrio. ¿Acaso crees que eso está bien?; ¿Qué pretendes con ello?; ¿Acaso lo haces para cerciorarte de que no te haya crecido demasiado la barba, o para evidenciar que los ojos están en su lugar?; ¿Acaso es por la preocupación que te genera la acometida del acné?; ¿Podría decirse que lo haces para comprobar si el “fino” peinado está en orden y no se ha deshecho?... No, nada de eso. Yo, sí sé por qué carajos lo haces. Y te lo voy a decir aquí y ahora. Así que escúchame bien miserable. Lo haces porque eres un morboso, porque a pesar deque no te gusta lo que ves, invariablemente, lo haces; lo haces para burlarte de ti, de tu jodida cara lampiña y ojerosa. Detestas tu cara- eso muy bien lo sabes-. Te odias; hay rencor en ti, suficiente como para diez mil reencarnaciones; ¿Sabes una cosa? Deberías apilar tu odio en lingotes y después venderlo, ¡no te iría nada mal, eh! Seguro que algún optimista lo compraría, por ejemplo: si yo fuera el presidente de algún país lo compraría para repartirlo al ejército. ¿Te imaginas las máquinas asesinas que serían estos soldados?, creo que ni siguieras necesitarían armas, con el odio tuyo sería suficiente.
Aún así, considero, que el principal problema tuyo no es tener rencor, sino, más bien, el no saber utilizarlo; no saber canalizarlo para tu propio beneficio; Todo lo contrario: lo utilizas para tu exterminio, haces de blanco a ti mismo. Sí, no pongas esa cara; acéptalo te estás desmoronando como un castillo de arena bajo un huracán. ¿Qué, crees que digo mentiras? Fíjate: ya ni escribes. Ni siguieras eso, y no es que lo hicieras bien, pero aunque sea intentabas hacer algo. Así fuera un cándido poema para alguna mujercita de carnes prietas escribías, pero ahora ni siquiera eso; ni una jota ¿seguro que no has olvidado el alfabeto?... Si crees que hablo por fastidiarte te insto a que te mires; mírate, estas más solo que un unicornio; parado como un idiota en frente a un espejo, cuando deberías andar retozando entre las piernas de alguna hermosa suripanta como todo macho que se respete. ¿No tengo razón?... tú y tu maldito rencor, rencor por ti mismo. Sólo eso es lo que existe en tu mísera vida, nada más…No quiero ni pensar a dónde vas a parar si continúas con esta deplorable actitud…
Pero ya que insistes diría, sin mucho que pensar, que terminarás en el infierno, eso es seguro; en un infierno antes de tiempo, aquí mismo en la tierra, en el cual padecerás unos años hasta que la muerte te arranque y te lleve a vivir al verdadero infierno, donde los tormentos sobrepasan con creces a los descritos por Dante, y allí permanecerás por lo siglos de los siglos. Por eso pido que me escuches, bien sabes que me preocupo por ti. Yo soy tu amigo. Por eso te digo que tienes que cambiar el curso; intenta llevar tu barco a mejores puertos…Recuerda que el tiempo es corto, querido amigo, cuando menos lo pienses estarás calvo y arrugado y lo más triste: sin haber hecho nada con tu condenada existencia. Así que comienza por sacarte todas esas ideas estúpidas que te frecuentan… Ah, por favor, no me hagas enojar ¿cómo así que cuáles ideas estúpidas?; ¿Quieres que te refresque la memoria? por ejemplo: esa última patraña que andas cocinando desde hace días… Sí, esa, de ideas así de majaderas es que te hablo.

Mal de una noche en tres segmentos( primera parte)


La habitación me va a lapidar con este calor. Parece que esta fuera la mazmorra más profunda del averno- pienso, mientras subo la velocidad al ruidoso ventilador- ya es media noche y la mal nacida temperatura no desciende. Me asiento frente al computador; abro el Microsoft Word y espero… Suenan las últimas notas de Lost In Your Love mientras me invade la imagen de una mano sudorosa que se mueve frenéticamente por los trastes de una guitarra… Cinco minutos y nada.




Ya han pasado más de treinta minutos y ahora los bafles retumban al fragor de un desenfrenado Latin jazz (la ventana del Windows Media Player reza: Jam Miami, Bésame mamá 5:31). Y nada. Yo sigo ahí, petrificado, dorando mis pestañas frente a la hoja en blanco. No se ocurre nada para escribir. Me quito la camisa y dejo al descubierto unas gotas de sudor que descienden por mi espalda en líneas paralelas. Bésame mama como tú quieres, bésame mamá como te gusta a ti. Planto de nuevo mis manos en el teclado y es como si quisieran echar raíces, inmóviles para comenzar un párrafo. Definitivamente me ha tocado la musa más puta de todas- pienso- porque me abandona durante el día y sólo llega a la madrugada, despeinada, ebria, cuajada en perfumes de otros machos y para colmo de males: se echa dormir y no me susurra al oído, en notas armónicas, la poesía que espera por ser escrita. Valiente puta que me ha tocado, ramera de los mil belcebúes. A las sosegadas manos le sucede un dolor agudo en mi arqueada espalda, la pesadez de los parpados que intentan contener la modorra, y un apetito voraz que hace a mi vientre retorcerse en agónicos espasmos. Entonces, me levanto de la silla roja y, decido bajar a la cocina por agua y un par de duraznos. Bésame mamá, bésame mamá, bésame mamá, toco toc, toco toc, tatatá, tatatá, toco toc, tatatá, toco toc, bésame mamá, bésame mamá.

...

Afuera hace una bonita noche: el cielo está despejado, excepto por unas nubes huérfanas que se apretujan alrededor del Picacho; en la calle apenas gimen unos cuantos motores; el transformador de la esquina sigue fundido, por lo que su gorgoreo demoniaco, hoy, no acompaña al llanto del recién nacido que vive en la casa de enfrente; la luna como una isla después de experimentos atómicos desnuda sus cráteres, toda oronda y redonda, pálida y alta en el firmamento.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Reconocimiento.


Reconozco que mi bote esta encallado en un desierto, que tuvo, hace millones de años, un basto mar con aguas cristalinas, donde el fondo se veía poco profundo y antiguos tesoros, resplandecían, entre las algas; un mar con oportunidades en cualquiera de las direcciones en que se apuntara la brújula; con islas paradisíacas dónde descansar de las pequeñas borrascas, que de por sí , eran poco frecuentes; un mar que, de vez en cuando, surcaban los temidos piratas y en el que no faltaban tiburones blancos y monstruos marinos , pero en el que aún así, navegar era siempre un placer. Pero ahora ¿qué queda de eso?... Diría que sólo arena, arena putrefacta; desolación en los cuatro vientos : un horizonte despejado, pero sin oportunidades; fósiles de ballenas y caracoles extintos; trampas en las dunas; un sol que no cesa de tostar las latas, ya oxidadas, de este cuerpo que una vez fue un velero, pero que hoy sólo es un arrecife artificial para la arena que, poco a poco, lo habita y, con esto, lo sepulta en el olvido eterno…